Amanda Flowers, una cocinera de 24 años residente en Manchester, tuvo un accidente con su Balance Board jugando al demoníaco Wii Fit y sufriendo una aparatosa caída cuyas secuelas nerviosas, según ella, desembocaron en el desarrollo de lo que le ha sido diagnosticado como el llamado Síndrome de Excitación Sexual Persistente. Esto es: adicción al sexo.
Ahora, al parecer, cada que vez siente incluso la más ligera vibración de un teléfono móvil, una lavadora o una batidora, la pobre Amanda se pone como una jodida moto y necesita saciar su apetito sexual de forma desbocada e implacable, según aseguran en el tabloide The Daily Star.
Así lo relata la joven soltera:
Todo empezó como un una punzada por ahí abajo que atravesaba todo mi cuerpo. A veces desembocando incluso en un tembloroso orgasmo.
Como no existe ninguna cura, lo único que puedo hacer es intentar controlar mi pasión respirando profundamente. Espero encontrar algún día un super semental que pueda satisfacer mis necesidades.